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miércoles, 20 de mayo de 2009

Roberto Gascuño, el verdadero precursor de internet

Murió Roberto Gascuño, precursor de Internet

Fuente: El hombre del piruli

En efecto, ha muerto el insigne científico teutipaliano Roberto Gascuño, el verdadero precursor de internet, aunque nunca le fue reconocida semejante gloria. Más bien al contrario, durante toda su vida reivindicó la paternidad del invento pero las insidias, cuando no las confabulaciones y las añagazas, lo privaron de los merecidos laureles.

Foto del pasaporte de Gascuño hacia el año 1917 (Archivo Secreto Británico) 



Gascuño se movió siempre en el peligroso filo de la legalidad ya que trabajó para agencias secretas, servicios militares de espionaje y demás cloacas del poder (no siempre establecido). Perteneció a los cenáculos más elitistas del planeta, como el selecto club Dollington, del Londres de los años veinte, y paseó su esbelta figura por las alfombras rojas de un III Reich en pleno auge. Pero también descendió a las simas más negras de la intriga y el crimen, no en vano fue embajador ofline del Vaticano en la Unión Soviéticadurante la dura represión que Stalin desató contra los arzobispos caucásicociteriores.

Fruto de sus amplias actividades secretas fueron los nicknames o sobrenombres con los que se le conoció a lo largo de su vida: tito Bertopapá BobБрат Боб y doña Fuencisla son algunos de los más destacados.

Gascuño, o tito Berto, como se lo conoció en sus inicios, colocó la primera piedra de lo que sería internet al montar una red de comunicaciones radiotelegráficas en vísperas del estallido de laGran Guerra. La idea de Gascuño era tener información instantánea sobre la situación de las migraciones del vencejo africano, que tantos problemas causaban en los campos teutipalianos; pero su estructura — integrada por más de trescientos puntos de información perfectamente testeados cada cinco minutos—, fue utilizada por el emergente poder prusiano para espiar los movimientos de las tropas aliadas y desencadenar la ofensiva que culminó en la terrible batalla de Verdún.

Gascuño (segundo por la izquierda, sentado), en una reunión de camaradas tras la batalla de Verdún. (Archivo Royal Society of vencejo migrations) 


Desencantado por este revés, tito Berto huyó, junto con su numerosa prole, a Liverpool, desde donde intentó montar de nuevo su red de comunicaciones, pero esta vez, gracias a la ayuda financiera de los aliados, dejó de lado el telégrafo para usar un nuevo ingenio tecnológico, el radar, en cuyo desarrollo colaboró con Nikola Tesla y Juanmari Magnetrón.

Desde la caverna, junto al río Mersey, al tiempo que aumentaba su descendencia (al final de su vida declaró haber tenido al menos veintitrés hijos) perfeccionó una red de telecomunicaciones electromagnéticas basada en el radar que en los años treinta sirvió para poner en contacto, en tiempo real, a todo los espías de Su Majestad británica. Suya fue la idea configurar un programa de identificación llamado originalmente “Libro de Rostros”.


Gascuño, en la caverna de Liverpool (Archivo de The Cave) 


Gracias a él se evitaron las infiltraciones de la Alemania nazi. Fue entonces, cuando, en agradecimiento a los servicios prestados, el rey lo nombró sir y pasó a conocérsele como Papá Bob, porque había sido como un padre para todos los doble cero británicos. Pasando el tiempo, los norteamericanos tomaron su idea del “Libro de Rostros” para crear el hoy denominado Facebook.

Gloria que tampoco se le reconoce a Roberto Gascuño y que él no llegó a reclamar al tratarse de un proyecto que sigue siendo ultrasecreto.

La Gestapo, cansada de fracasos, lo secuestró en 1930 y después de un intenso lavado de cerebro al que fue sometido, lo incorporó a su plantilla de agentes especiales y trató de casarlo con Marlene Dietrich, pero ella se negó y tuvo que huir a los Estados Unidos donde hizo fortuna como actriz de cine.

La carrera de Gascuño fue meteórica a la sombra de Heirich Himmler. Hizo varios anuncios de cava alemán e incluso protagonizó un espectáculo de cabaret. No se tiene constancia de que participara en las matanzas de judíos, gitanos y homosexuales que ordenó su jefe, pero sí confesó que por estas fechas coincidió en alguna reunión de seminaristas con el entonces monaguilloJoseph Alois Ratzinger, actualmente papa Benedicto XVI(B16).

En sus últimas declaraciones públicas, poco antes de morir, Gascuño bromeó con el hecho de que a Ratzinger le costara setenta años llegar a ser papa mientras que él fue papá Bob desde muy joven. “En mi caso tiene sentido, por mis veintitantos hijos, pero él…”.

Abreviando.

En 1936, por orden del mismísimo Adolf Hitler, Gascuño, que ya por entonces había cambiado su username (nickname) por el deAmigo Froi (aunque sin password) para adaptarse al nomenklaturnazi, fue enviado a las Islas Canarias para ayudar al general Franco en su golpe de estado contra la II República Española. Salió del puerto de Hamburgo el día de san Isidro para no levantar sospechas, pero durante la travesía en el carguero venezolano Twitter II, fue reconocido por un miembro del servicio secreto británico que había visto su foto en el "Libro de Rostros", y tuvo que disfrazarse de aguadora.

Así llegó al puerto de Las Palmas por lo que ya aprovechó para cambiarse el nombre clave por el de doña Fuencisla, ya que el deAmigo Froi estaba quemado.



Gascuño, disfrazado de doña Fuencisla (Archivo de la Organización Juvenil Española, OJE) 


En unas maniobras legionarias en Ceuta recibió un golpe en la cabeza y fue entonces cuando se dio cuenta de que estaba siendo manipulado. “¡mecagüen la…!”, dicen que dijo. Pero se mantuvo como agente doble durante toda la Guerra Civil e incluso lanzó algunas ideas nefastas (magníficamente disfrazadas de genialidad) para confundir al Caudillo. La más sonada fue aquella en la que le propuso crear la Sección Geriátrica de Audio Escuchas (SGAE), para espiar todo lo que se movía, pero Franco la rechazó por demasiado cruel. “Qué culpa tienen los navegantes”, dicen que le espetó en tono enigmático.

Tras la guerra en España, Gascuño regresó a Alemania para seguir actuando como agente doble al servicio de su Majestad Británica. Propuso a Hitler que para invadir Francia lo mejor era cruzar por debajo la poderosísima Línea Maginot, pero el jerarca nazi quedó desconcertado y no supo qué responder. “?”, dicen que dijo.

Fueron años difíciles para Gascuño, no porque su vida peligrara en el delicado equilibrio de mantenerse como agente doble, sino porque retuvo su apodo de doña Fuencisla, que tanto éxito le había reportado en España, y era el hazmerreír de toda la sociedad nazi, que aún lo recordaba como pretendiente a la mano de la divina Dietrich. Como cuenta Goebbels en sus memorias, “Besser tot als lebendig” (Mejor muertos que vivos), esta mofa de que era objeto lo tenía tan al borde de un ataque de nervios que una mañana llegó a las manos con Hitler porque le sugirió que cambia su username(nick sin password) por el de Frau Fuencislen, mucho más apropiado y menos sospechoso.

Gascuño, disfrazado de doña Fuencisla el día que se pegó con Hitler cerca de Munich. No hay seguridad absoluta de que se trate de él. (archivo Secreto de la Gestapo) 


Poco más se sabe de aquella época. Algunos viejos documentos delKGB recientemente descatalogados por el gobierno ruso de Putinsugieren que después de auxiliar con sumo placer al Führer a suicidarse, su viejo amigo Ratzinger lo ayudó a fugarse al Vaticano, ambos vestidos con uniformes de la Juventudes Hitlerianas (De aquí viene la insidiosa imputación a B16 de haber tenido un pasado nazi. Nada más falso).

Roberto Gascuño, después de unos años de vida retirada (dicen que de ejercicios espirituales en Lourdes), reaparece en la Unión Soviética como embajador ofline de la Santa Sede para intentar detener las purgas arzobispales, que amenazaban con ser muy cruentas, especialmente en el Cáucaso Citerior que caía bajo la esfera estaliniana.

La escabechina era tan enorme que las cabezas mitradas rodaban por las aceras de las calles caucásicas sin que las recogiera nadie. Para que Stalin mirara para otro lado, Gascuño, entonces con el nombre supuesto de Брат Боб (hermano Bob) le propuso al dictador crear una red de redes, vía telefónica, para que todos los espías del KGB pudieran estar conectados en tiempo real y pasarse de forma instantánea las fotos de los obispos prófugos que fueran atrapados en los confines del país cuando trataban de escapar a lomos de lo que fuera.

“¿Me tomas por tonto?”, dicen que le respondió Stalin después de atusarse el bigote.


Gascuño, captado en pleno crimen arzobispal (Archivo Soviético del Crimen y la Extorsión, presunto) 


La misión del Hermano Bob concluyó cuando fue decapitado el último obispo disidente. Él quería quedarse porque aún faltaban los diáconos, pero Ratzinger se empeñó en repatriarlo: “el camino está despejado”, le dijo mediante nota verbal. Desconcertado, el hermano Bob salió de la Unión Soviética pero se detuvo unos días en Cuba, donde unos barbudos le preguntaron por qué usaba chal negro. ¡Gascuño se había olvidado de quitarse el disfraz de doña Fuencisla que usó para escapar de la URSS!

Purgó pena en el llamado Guantánamo Chico, un penal estrecho y maloliente situado frente a la base norteamericana de Guantánamo, a la que estaba conectada mediante un corredor electrificado. Pero a los pocos años de reclusión, los cubanos, hartos de que doña Fuencisla se pasara el día reclamando la paternidad de numerosos inventos que ni sabían que existían y de que lo reivindicara cantando coplas, se lo regalaron a los yanquis, vecinos del patio de enfrente.

Allí, en el Guantánamo Grande, pasó las últimas décadas de su vida, siempre muy aburrido porque los norteamericanos no hacían caso a su coplas. 

Bueno, eso decían porque en documentos descatalogados de la CIA se pone de manifiesto que no solo lo escuchaban sino que le copiaron todos sus inventos y dieron la orden de no soltarlo jamás para que el mundo no supiera que aquella mujer medio loca y cantarina, a la que los cubanos llamaban mami Fuencisla, fue la verdadera madre de internet.

Al final de su vida dispuso de algo de entretenimiento ya que pudo jugar al tenis de mesa con un grupo de islamistas que llegó procedente de Afganistán. Gascuño, pese a su avanzada edad de 125 años, ganaba todas las partidas porque los presos de naranja jugaban atados de pies y manos y con los ojos vendados.

El precursor de internet, de Facebook, de la SGAE y protegido de B16 murió ayer, solo y abandonado, sin compañía de moros ni cristianos, porque el malintencionado presidente Barack Obama ha comenzado a liberar a sus compañeros de juegos.


Gascuño (a la izquierda), con algunos compañeros islamistas en Guantánamo. Una de las últimas fotos que se tiene de él (de la colección personal de Mohamed Said Mutadin, ex preso y ex mujaidin) 


Querido lector, si has llegado al final del texto enhorabuena. Nunca supuse que alguien en su sano juicio pudiera tragarse entero este bodrio. Sin embargo, desde aquí hago un llamamiento a todos aquellos que conozcan algún dato de la vida de Roberto Gascuño, o tengan alguna foto suya, para que lo aporten en el capítulo de los comentarios. Se les recompensará con el agradecimiento eterno. O, como diría doña Fuencisla, “gracias, majico”

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