“si estamos hablando de aguas que contienen compuestos muy tóxicos, la aplicación de este sistema será de gran beneficio no solo para la industria, que podrá reutilizar el agua, sino también para consumo humano”.
SÁBADO 3 DE OCTUBRE DE 2009
Este proceso puede hacerse en menos de una hora y podría convertirse en una solución para las aguas residuales de las industrias como la papelera.
En este proyecto ha estado trabajando el grupo de investigación del departamento de biotecnología y bioingeniería del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional, en México, liderado por la profesora Refugio Rodríguez.
El sistema utilizado es capaz de degradar el total de desechos tóxicos en el agua contaminada, utilizando la combinación de la biotecnología y la nanotecnología.
A través de la biotecnología, la actividad descontaminadora la realizan hongos que logran transformar los compuestos y preparar el terreno para el proceso que utiliza la nanotecnología como procedimiento para conseguir agua descontaminada.
Según la Agencia de noticias Investigación y Desarrollo, en la prueba realizada por los investigadores, esta tecnología se aplicó en un lote de 800 mililitros de agua con 1.5 gramos de nanopartículas de óxido de titanio, depositadas en soportes de vidrio y activados con una lámpara que emite rayos ultravioleta (UV).
Como resultado se logró remover en su totalidad los compuestos tóxicos.
El proyecto tiene relevancia si se tiene en cuenta que “del agua que tenemos disponible a nivel mundial, el 73 % es salada y del 2,7 % del agua dulce que puede servir para el consumo humano, un alto porcentaje se encuentra contaminado por las diferentes actividades industriales”; dijo la investigadora Rodríguez en entrevista a la radio nacional de Colombia.
Y concluyó que “si estamos hablando de aguas que contienen compuestos muy tóxicos, la aplicación de este sistema será de gran beneficio no solo para la industria, que podrá reutilizar el agua, sino también para consumo humano”.
En este proyecto también participaron investigadores de la Universidad de Poitiers (Francia), la Autónoma de Barcelona (España), la Pontificia Universidad Javeriana (Colombia), y se contó con el apoyo del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, Conacyt (México).
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