Una editorial estadounidense presenta la fusión entre texto e imagen móvil - Para muchos autores, la tecnología es el complemento natural del papel.
La versión digital de periódicos y revistas hace tiempo que integró vídeos y sonido a las crónicas. Ahora le ha llegado el turno al libro. El grupo editorial Simon and Schuster lanzó el jueves en EE UU el vook, un producto que, como indica su nombre en inglés, mezcla libro (book) y vídeo.
"No es un 'e-book' ni una película, es una mezcla de ambos", dice su inventor
"Es un género nuevo. No es un libro electrónico y tampoco es una película, es la mezcla de ambas cosas", explica en conversación telefónica Bradley J. Inman, presidente de la compañía Vook, responsable de este invento. La limitación técnica de lectores electrónicos como Kindle o Sony E Reader -que no permiten ver vídeos- parece darle la razón: el ordenador o el teléfono son los canales naturales para los vooks.
Ya no se trata sólo de lanzar un vídeo promocional de una novela en Internet, sino de aprovechar las posibilidades narrativas que ofrece la tecnología. "Las películas están insertas en el texto", explica Inman. "Uno va leyendo, cuando aparece un vídeo lo abre y éste ocupa toda la pantalla".
"Hemos querido probarlo con historias de ficción y de no ficción. En este último campo la aceptación es inmensa", dice Judith Curr, directora de Atria, el sello de Simon and Schuster que ha lanzado los primeros cuatro vooks al mercado. Su precio es de siete dólares (4,79 euros).
Promises, el nuevo título de Jude Deveraux, autora de novelas románticas, ha sido una de las apuestas. Este vook suma un total de 131 páginas de texto convencional y 17 vídeos de unos dos minutos de duración. "Si no ves los vídeos te pierdes una parte muy importante porque la trama avanza en parte gracias a ellos". A partir de las 5.000 descargas, Curr consideraría la nueva iniciativa un éxito.
Por su parte, la editorial francesa Robert Laffont, en colaboración con la compañía de telefonía móvil Orange, acaba de publicar Le sens des choses, una obra de Jacques Attali que el sello galo promociona como "el primer hiperlibro". Se trata de una recopilación de entrevistas que se complementa con códigos de barras que, activados desde un ordenador o un móvil, permiten acceder a vídeos y música.
Para José Antonio Millán, escritor y editor digital, el libro interactivo es "como Disney: lo mejor de todos los mundos juntos". Él mismo abrió una prolongación en la Red de sus libros El candidato melancólico y Perdón imposible (RBA). Este último está dedicado a la puntuación y Millán creó un exitoso concurso en Internet que consistía en puntuar un texto de un libro famoso despojado de puntos y comas. El director de la primera edición digital del diccionario de la RAE cree además que Internet es la extensión natural de ciertos libros: "Los de arquitectura. O los ensayos. Los liberas de la bibliografía, ahorras páginas y abaratas precios".
En España, todavía el material complementario se basa más en la acumulación de soportes (CD y DVD pegados a un libro o links anotados en sus páginas) que en la fusión de lenguajes. El futuro sigue lejos y el presente no siempre es fácil. Por problemas con los derechos de algunas imágenes, Agustín Fernández Mallo ha renunciado a incluir en su novela Nocilla Lab (Alfaguara) el documental que la acompañaba. Finalmente, lo colgará en su blog. El escritor considera que el libro tradicional ya es suficientemente fascinante y se pregunta "¿qué diferencia hay entre un link en un texto en papel y una nota al pie tradicional?". "Eso sí", dice, "las nuevas tecnologías inauguran una nueva forma de leer".
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