Si es cierta, se habrá abierto todo un nuevo universo de conocimiento para el ser humano.
Algo gordo se mueve en el mundo de la Física. Por ahora es sólo un rumor que recorre los blogs de los científicos como un reguero de pólvora encendida pero, de ser cierto, podríamos estar ante uno de esos descubrimientos que lo cambian todo. De hecho, lo que está en el candelero es el (posible) descubrimiento de la primera partícula de materia oscura jamás observada. Y además no en algún punto lejano del Universo sino aquí mismo, en la Tierra. El hallazgo podría ser publicado en apenas un par de números por la prestigiosa revista Nature.
Antes de centrarnos en el descubrimiento en sí, repasemos un poco los conceptos. La materia «ordinaria», la normal, ésa de la que está hecho todo lo que podemos ver, desde nosotros mismos a los planetas, las estrellas y las galaxias, sólo da cuenta de un pequeño porcentaje (apenas el 4%) de la masa total del Universo. Lo cual nos deja ante un incomodísimo 96% de... ¿De qué?. Pues precisamente de materia y de energía oscuras, llamadas así porque nada, o muy poco, sabemos de ellas hasta la fecha. La imagen que aparece sobre estas líneas es un mapa de la distribución de materia oscura en el Universo, a partir de datos de varios telescopios.
Los cálculos de los físicos y las observaciones de los astrónomos indican que de ese enorme 96% de Universo desconocido, cerca del 23% corresponde a materia oscura y el resto, el 73%, a un concepto aún más vago y misterioso, que es el de la energía oscura, una misteriosa fuerza que se cree que está detrás del hecho de que nuestro Universo se está expandiendo de forma acelerada, esto es, cada vez más deprisa.
Nunca, nadie, ha sido capaz de observar ni la materia ni la energía oscuras. Su presencia se infiere a partir de los efectos (en su mayor parte gravitatorios) que ambas provocan sobre lo que sí podemos ver, esto es, sobre la materia ordinaria. Así, determinados movimientos de estrellas y galaxias no podrían explicarse sin la presencia de «algo» cuya fuerza de la gravedad les estuviera obligando a moverse precisamente de esa forma.
Pero todo eso seguirán siendo simples teorías hasta que alguien, en alguna parte, consiga «capturar» un fragmento de materia oscura y analizarlo como es debido. Y eso es precisamente lo que parece ser que se ha conseguido.
En busca y captura
Durante los últimos años, se han construido un buen número de detectores para «capturar» materia oscura. Uno de los más sofisticados es el CDMS (Cryogenic Dark Matter Search), construido en lo más profundo dela mina Soudan, en Minnesota, y especialmente diseñado para detectar la «firma» de la materia oscura cuando alguna de sus partículas pase a través de él. Algo ciertamente muy complicado, ya que hasta la fecha nadie sabe a ciencia cierta cómo son, ni de qué están hechas, esas partículas, a las que los físicos llaman WIMPS.
Sí se conocen, sin embargo, algunas de las características que deben poseer los WIMPS para comportarse de la forma en que lo hacen. Por ejemplo que, a diferencia de las partículas de materia ordinaria, los WIMPS sólo reaccionan ante dos de las cuatro fuerzas de la naturaleza, la gravedad y la fuerza nuclear débil, que es responsable de la radiación (las otras dos fuerzas son el electromagnetismo y la fuerza nuclear fuerte, que hace posible la cohesión del núcleo atómico). Por eso, los detectores de WIMPS están diseñados para medir los efectos que provocan cuando pasan a través de la materia ordinaria.
Sin embargo, hasta la fecha no ha habido suerte, y ningún resultado positivo. A principios de este año se publicaron en Physical Rewiew Letters dos artículos basados en dos series de experimentos (realizados con el CDMS entre octubre de 2006 y julio de 2007) y en los que no se consiguió encontrar nada. Ahora, tras recalibrar los instrumentos, parece ser que el mismo grupo de investigadores ha logrado, por fin, su objetivo. Y parece ser también que sus resultados han superado los duros filtros que impone la revista Nature y que han sido aceptados para su publicación inminente.
Nature no suele ser el lugar habitual para publicar hallazgos en el campo de la física de partículas, que aparecen por norma en revistas mucho más especializadas. A no ser, claro, que se trate de un descubrimiento excepcional. Como podría ser el caso.
Habrá, pues, que esperar para confirmar la noticia. Si es cierta, se habrá abierto todo un nuevo universo de conocimiento para el ser humano. Y si no, pues habrá que seguir esperando. Además del CDMS, que intenta capturar partículas de materia oscura en la Tierra, están el LHC, el superacelerador que acaba de arrancar en Suiza y una de cuyas misiones es precisamente revelar los secretos de la materia oscura. O el satélite Fermi, de la NASA, que sigue buscando materia oscura en el espacio exterior.
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