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lunes, 3 de agosto de 2009

Apoyo a la ciencia o la más injusta de las exclusiones

EDITORIAL

El reto de toda sociedad moderna, más aun en los actuales tiempos de la globalización, es garantizar democracia, bienestar y desarrollo humano. Esto implica, parafraseando al premio Nobel Amartya Sen, ir más allá de la macroeconomía para reconocer los derechos de las personas, satisfacer sus necesidades fundamentales y proveerles las condiciones necesarias para que puedan desarrollarse de manera integral.

elcomercio.com.pe 03 de agosto de 2009

Prueba de ello es que, como ha informado nuestro Diario ayer, los países más desarrollados y con un PBI pujante son aquellos que han invertido en el bienestar físico, emocional e intelectual de sus ciudadanos, concediéndoles acceso al empleo digno y a los servicios básicos, la posibilidad de participar en las decisiones que afecten su desarrollo, y recursos para impulsar la ciencia y la tecnología.

En estos temas, nuestro país sigue a la zaga, sobre todo en lo que corresponde a la investigación y el desarrollo, campo en el que nos hallamos en el puesto 84 en un ránking mundial que incluye a 127 países. Lo peor es que, como han reclamado científicos peruanos, no existen indicios de que el Estado quiera revertir tan dramática y desalentadora situación.

Sin embargo, hay indicadores que no deberían pasar desapercibidos para el Gobierno, responsable de erradicar el desinterés cultural que existe en las instituciones estatales llamadas a recuperar la inquietud investigativa.

El Perú invierte en investigación solo el 0,15% del PBI. Esto implica 4 dólares anuales por habitante, mientras que Brasil invierte 60 dólares, Chile 25 y Argentina 30 dólares. Salvo cinco universidades limeñas (tres nacionales y dos privadas), el resto (más de 90) no promueve el conocimiento; así, solo 10% de los docentes universitarios investiga.

Ante tan calamitoso panorama, las salidas son múltiples, pero podrían resumirse en una: establecer una política de Estado que más allá del gobierno de turno frene el déficit cultural. Eso significa elevar los recursos que el erario concede a la investigación o promover estrategias conjuntas con el sector privado para incentivar su participación, como sucede en otros campos del arte, la educación y el deporte. En segundo lugar, debe fortalecerse el Consejo de Ciencia y Tecnología (Concytec). Dotársele de los recursos que requiere para financiar la investigación, las becas y otros estudios de posgrado de peruanos con futuro y, como han propuesto muchos especialistas, estudiar la posibilidad de darle rango ministerial para que pueda centralizar la labor que hoy desarrollan de manera dispersa e insuficiente otros centros de investigación existentes en la administración pública.

Mientras Estados Unidos se ha propuesto captar a los científicos del mundo (necesita 300 mil, según Barack Obama), países como el nuestro no hacen nada por retener a los talentos, que fugan en busca de mejores oportunidades.

Para El Comercio, que siempre ha promovido la educación y espacios para la difusión de la ciencia, es prioritario que los medios de comunicación se sumen a esta causa. Como señalamos en nuestras Propuestas para una Agenda de Gobierno, frenar las posibilidades de desarrollo de las personas y su acceso a la educación y a la investigación es la más injusta de las exclusiones.

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