Según un equipo internacional de investigadores, entre los que se encuentran científicos norteamericanos, australianos, británicos y franceses, esta tecnología requería una forma sofisticada de pensamiento, una capacidad intelectual compleja y, con gran seguridad, un lenguaje lo suficientemente evolucionado para transmitir este conocimiento de generación en generación como un manual de instrucciones.
Hace unos 72.000 años, o quizás en una época aún más remota, uno de nuestros antepasados que habitaba en la costa del sur de África tuvo una idea genial. Acercó una piedra a una fogata y comprobó cómo las altas temperaturas comenzaban a dar forma y a transformar la roca hasta fragmentarla y obtener una herramienta nueva, de mayor calidad y eficacia. El resultado eran útiles de caza, «cuchillos» y objetos para el intercambio. Se trataba del primer avance tecnológico del ser humano y, aunque sin título que colgar en la pared, posiblemente, del primer ingeniero de la Historia, más bien de la Prehistoria, en aplicar un tratamiento térmico.
Según un equipo internacional de investigadores, entre los que se encuentran científicos norteamericanos, australianos, británicos y franceses, esta tecnología requería una forma sofisticada de pensamiento, una capacidad intelectual compleja y, con gran seguridad, un lenguaje lo suficientemente evolucionado para transmitir este conocimiento de generación en generación como un manual de instrucciones.
Comportamiento simbólico
Según recoge la revista Science, la técnica supone una «nueva asociación entre el fuego, su calor y los beneficios de un cambio estructural en la piedra», explica Kyoe Brown, del Departamento de Arqueología en laUniversidad de Ciudad del Cabo (Sudáfrica). La piedra que trabajaban los primeros humanos modernos se denomina silcreta, que se forma cuando el sílice de una roca se derrite por efecto del fuego y vuelve a solidificarse. Es un material duro y resistente que, aunque tiene origen y naturaleza diferentes, parece similar a la cuarcita. En África se han encontrado dos tipos de herramientas de silcreta desarrolladas hace unos 80.000 años.
Los investigadores recogieron los restos de herramientas de silcreta encontrados a pocos kilómetros de los sitios arqueológicos de Pinnacle Point, en Sudáfrica. Usando técnicas diferentes, demostraron que las rocas fueron transformadas deliberadamente por calentamiento. El resultado era de ferretería: útiles muy eficaces para la caza, excelentes cuchillos y objetos de valor que podían ser intercambiados.
Este uso del fuego para «fabricar» herramientas, que dio paso a la más reciente tecnología cerámica y del metal, «aparece aproximadamente al mismo tiempo que las muestras generalizadas de comportamiento simbólico», dicen los investigadores. A su juicio, la complejidad del conocimiento que ya tenían estos hombres en el sur de África es «una prueba más de que este lugar pudo haber sido el punto de origen del linaje que conduce a los seres humanos modernos, que aparecieron hace un intervalo de tiempo de entre 100.000 y 200.000 años» en ese continente.
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